A menudo doy gracias a Dios, porqué
aunque nos refiramos en femenino, ella no sea un persona. (tiene más gracia, ya
verán).
Ella es, con la que me levanto y me
ducho. Con la que me tomo el primer café y la que me acompaña, a clase o al
trabajo, al parque o al otro lado del mundo. Con Ella trabajo, estudio y me
entretengo. Con Ella, me encuentro en el metro, en anuncios, en calles
concurridas o esquinas recónditas de cualquier ciudad que se precie. Con Ella
me acuesto sin que eso a nadie moleste, ya que Ella es la amante permitida.
Pretende ser a la vez hermosa y a la
vez horrible pero nunca susceptible. Ella puede ser inspiradora, romántica o cursi, puede ser alegre o triste,
agresiva o tenue, habladora o lirica, incluso a veces puede ser viciosa, pero
siempre su gusto por ella será personal.
La RAE
define la música como la sucesión de
sonidos modulados para recrear el oído. Aunque Platón dijese que: “La
música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.”
Por ello, a día de hoy, endurecemos
el alma en todo momento teniendo acceso a todo tipo de géneros sean de la época
que sean. Desde los cantos gregorianos, a las baladas de Chopin y las obras
maestras de Mozart. De los ensayos de Liszt a los conciertos de Tchaikovski, pasando
por el swing, el rock, el funk, el reggae y el disco, el jazz y el blues, del
flamenco a la polka, de pasodoble a las marchas, de la nana al réquiem. Porque
los tiempos pasan, y con ellos, cambian las modas y las maneras de bailar de
vestir, de relacionarse, de quererse… Pero los artistas siempre permanecen
gracias a su obras y entre ellos, los compositores.
La música nos enriquece y nos persigue, si no la perseguimos nosotros. Es capaz de hacernos llorar y reír en cualquier momento, es capaz de animar la noche que aquél gin-tonic no consiguió animar, es capaz de mantenernos durante horas sentados en un coche, siempre y cuando ella siga sonando. Es capaz de recordarnos momentos pasados, y contarnos historias futuras.
Desde pequeño, siempre me gustó, y
nunca consideré abusar de ella. Intenté crearla yo mismo, sin mucho éxito, pero
siempre me acompañó. Cada en cada día que vivimos nos encontramos con una
melodía nueva, y ritmo, o una letra. Poco a poco nos vamos formando nuestra
cultura musical, nos hacemos nuestras listas de canciones para cada momento – o
dejamos que Spotify lo haga por nosotros – y es que cada canción tiene su
momento al igual que cada momento tiene su canción y diferentes alma se
alimentan de géneros musicales distintos.
Una vez aprendí cuan importante es la
música y cuanta vida abarca. Por un lado me creí que con compartir los mismos
gustos musicales, entender de la misma manera la poesía tras la letra, tener
ESA canción, lo hacía todo. Efectivamente, eso no lo es todo, pero también conocí
la situación contraria. En ella, lo tuvimos todo, pero la música por falta de
acuerdo o sentimiento, dejo de sonar…
CONTINUARÁ ...
(hasta entonces “Play it, Sam”)
Feliz Navidad